viernes, 30 de diciembre de 2011

Beautiful Rhodesia en Diario de Noticias

Reproduzco a continuación la entrevista que me hizo Ana Oliveira, ayer día 29, en Diario de Noticias, sobre la publicación de Beautiful Rhodesia.

Enlace a Diario de Noticias (29/12/2011)

Carlos Erice aborda el tema de la segregación racial en 'Beautiful Rodhesia'

Se trata de su primera novela, con la que ganó el certamen lópez de torrijos 2011
El hallazgo del cadáver de una joven vasca en Harare es el detonante de esta historia, editada por Ledoria

Pamplona. Autor de numerosos relatos, varios de ellos premiados, el pamplonés Carlos Erice Azanza obtuvo este año con su primera obra larga el Certamen de Novela López Torrijos 2011. Se titula Beautiful Rhodesia y aborda, en una mezcla entre literatura de espías y de viajes, los problemas de segregación que existen en un país del África negra como es Zimbabwe.

Carlos Erice nunca ha estado en Zimbabwe, antes Rodhesia. Su interés por este territorio surgió hace unos años, durante unos Sanfermines, "cuando conocí a una chica blanca de allí". Ella le trasladó una imagen "romántica" del país, "casi al estilo de la baronesa Blixen de Memorias de África". Sin embargo, poco después descubrió que ese era el punto de vista de los blancos, ya que al tiempo supo por un joven negro con el que se encontró en el comedor París 365 el tipo de segregación que habían sufrido sus padres durante años y el dominio político y económico de la minoría blanca. Y "al conocer dos perspectivas tan distintas sobre el mismo país, sentí curiosidad", indica el escritor, siempre interesado por los temas sociales.

Para restar distancia entre Zimbawe y Navarra, Erice apostó por colocar en el argumento algunos personajes reconocibles. Así, todo comienza cuando el cadáver de una joven vasca, hija del embajador español, es hallada muerta en Harare, la capital de la antigua Rodhesia. Miguel Arnaiz, ex guardia civil y agente del Centro Nacional de Inteligencia, recibe la orden de investigar las circunstancias que rodean esa muerte. Por otro lado, Sandra Bokosa, detective de la Policía Republicana de Zimbabwe, es la responsable del caso en su país. Entre ambos se establecerá una compleja relación personal y profesional en la que nada es lo que parece y en la que los dos deberán enfrentarse a la cerrazón de sus respectivos gobiernos, empeñados en ocultar la auténtica naturaleza del crimen. Y es que, hay muchas cosas escondidas en este bello territorio, incluso una de las más sorprendentes y desconocidas rutas de huida de criminales nazis.

Etnothriller Beautiful Rodhesia tiene un poco de todo. De novela de espías, no en vano el autor es rendido admirador de John le Carré, como también lo es de Manuel Vázquez Montalbán, de ahí los toques policíacos, y del sevillano Andrés Pérez Domínguez, que está obteniendo mucho reconocimiento con sus novelas ubicadas en la Segunda Guerra Mundial. En ese sentido, Carlos Erice cree que su novela se abre a un público muy amplio, ya que "lo mismo puede interesar a quienes les guste el género negro o los libros de viajes o los temas de inmigración", dice. Quizá la mejor definición fue la que utilizó otro escritor navarro, Patxi Irurzun, durante la presentación de este trabajo, que calificó de "etnothriller".

En todo caso, Beautiful Rodhesia ya está en la calle y Carlos Erice, satisfecho con el resultado, ya prepara otra novela. Aunque esa será una "tarea a largo plazo". Mientras, continúa con los relatos, casi siempre en torno a problemáticas sociales y a la marginación de las personas. Y, por supuesto, algún día espera visitar Zimbabwe.

Foto de Mikel Saiz, de Diario de Noticias

jueves, 29 de diciembre de 2011

El balón de oro

Buena parte de mi obra pertenece a un género que podríamos denominar narrativa solidaria. Como ejemplos se pueden citar los relatos galardonados en certámenes como el Paso del Estrecho, en Granada, o el MostrARTEnavarra, en Pamplona. El balón de oro ha sido considerado merecedor de un accésit en el Osmundo Bilbao de Muskiz (Bizkaia) y ha sido publicado por la Fundación Juan Bonal, que lo distribuirá en la Red de Bibliotecas de Navarra, cosa que creo que les vendrá muy bien, con eso de que no les dejan comprar libros.

Me gusta escribir sobre estas cosas, y más ahora que creemos estar tan jodidos. Pero siempre habrá gente que esté peor. Aquí os lo dejo.


El balón de oro

Con apenas once años sales de casa. Eres un crío pero ya tienes tus ilusiones. Y aunque resulte tan doloroso, abandonas esperanzado tu familia, tus cosas, tus calles, tu pueblo. Pero tu vida se llena de nostalgia. De nostalgia y de suspiros. Sobre todo cuando los echas de menos. Porque los echas de menos. Muchísimo. A tus amigos, a tus hermanitas y hermanitos, sois seis, a tu abuela, a papá, a mamá. La que más a mamá. Sus besos, su paciencia, sus caricias, su olor, sus meriendas.

Una nueva ciudad.
Cientos de kilómetros de distancia.
Sólo vuelves por vacaciones y no siempre.
Trabajas duro.

Pero compartes tu vida con otros niños que persiguen tus mismos sueños y que temen a tus mismos miedos.

Todo el día pegados a una pelota. La mimamos, la sobamos, la acariciamos, la amamos y también la odiamos. Dicen que nuestras instalaciones son las mejores del país. Nos cuidan bastante bien y la comida no está nada mal. Confían en nosotros. Y nuestras familias están felices y orgullosas.

Sin embargo nuestra infancia poco tiene que ver con la de Diego en Villa Fiorito. Ni con la de Leo en Rosario. Ellos, chicos humildes, de barrio, hijos del desempleo y la pobreza, el día entero con el mismo chándal, dando patadas a viejos balones deshinchados, pelados, descosidos, dejándose jirones de las rodillas en canchas de cemento, grava o asfalto, entre casuchas de uralita y cartón. Hasta que un día llegaron a ser lo que llegaron a ser.

Nuestros balones, en cambio, han sido siempre nuevos, relucientes, brillantes. De las mejores marcas, las más famosas. Casi te deslumbran cuando los ves por primera vez, cuando los tocas, cuando hinchas tus pulmones de ese olor tan especial que desprende el cuero nuevo, cuando recorres cariñosamente sus costuras con las yemas de los dedos. Son los mismos balones con los que vemos jugar a nuestros ídolos en la tele.

En la Liga.
En la Premier.
En la Champions.

Hoy ha venido uno de ellos a visitarnos. Ha sido increíble. Vaya sorpresa. Ha jugado con nosotros un rato. Cómo regatea, cómo chuta. Es fuerte y rápido y no ha dejado de sonreírnos. Cuando se ha ido se ha entretenido un rato enredando sus dedos en mi pelo negro y me ha regalado otra sonrisa y un póster firmado.

Tras él se ha marchado la corte de fotógrafos y cámaras de televisión que le acompaña. Él siempre sonriente.

Qué majo.

Mi compañera Subetha dice que es el que ha pagado la ampliación, la ampliación de la escuela a la que vamos cada tarde después de pasarnos la mañana entera cosiendo balones.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Goa, Damão y Diu

En este mes de diciembre se han cumplido cincuenta años de la invasión de Goa que, junto a los enclaves de  Damão y Diu, constituían la India Portuguesa.

A finales de 1961, Nehru ordenó la conquista del territorio ante la negativa de Salazar de cederlo pacíficamente, un Salazar que se mantenía firme en su viejo sueño imperial de un Portugal tricontinental, desde el Miño hasta Timor, bañado por los océanos Atlántico, Índico y Pacífico.

La aplastante superioridad militar de la Unión India acabó con más de cuatro siglos de presencia portuguesa en la zona. La evacuación de civiles lusos se produjo por mar y aire bajo los bombardeos de las fuerzas armadas indias.

Vassalo negociando la rendición ante oficiales indios
La denominada Operación Vijay se saldó con la muerte de un centenar de soldados indios y portugueses y concluyó con la rendición del general Vassalo e Silva, 128º gobernador de la India, que desobedeció la ignominiosa orden de Salazar que solo esperaba soldados y marineros portugueses muertos o victoriosos.

El retorno a la metrópoli, varios meses después, de Vassalo y sus más de tres mil hombres derrotados, se encontró con el desprecio, la incomprensión y la consideración de traidores por parte de su gobierno y sus compatriotas.

Prisioneros portugueses en un campo de concentración en Goa


El otro día me encontré en un diario navarro, en la sección que recuerda los hechos sucedidos cincuenta años atrás, la petición de la Diputación Foral de Navarra de que regresara a nuestra tierra el cuerpo de San Francisco Javier, que reposa en la catedral de Goa.

Ahora que tengo a un par de amiguetes por allí cerca, curándose y jugando a pelota, aprovecho para desearles un 2012 estupendo.

Catedral de Santa Catarina en Goa

lunes, 26 de diciembre de 2011

Fotos de la presentación de Beautiful Rhodesia


El autor y su obra

Alfonso Etxarte, actor, fotógrafo, cocinillas, mendigoizale y, sobre todo, fortaleza, generosidad y optimismo, pasó el jueves por mi casa, mientras yo planchaba, a dejarme un montón de fotos que hizo el pasado 16 de diciembre, de las que dejo aquí una muestra.

Muchas gracias a ti, Alf, y a todas las personas que me echaron un cable aquella tarde.

Y ya, de paso, gracias a Olentzero que ha dejado a las librerías de Pamplona sin Beautiful Rhodesias. Espero que esta semana lleguen más.


Jesús, Carlos, Patxi

Mi familia...

sábado, 24 de diciembre de 2011

Entrevista en Diario de Navarra

Reproduzco a continuación la interesante charla que mantuvieron Ion Stegmeier y Carlos Erice Azanza sobre Beautiful Rhodesia. Publicada el pasado 21 de diciembre en Diario de Navarra.

Enlace a Diario de Navarra (21/12/2011)

África está en nuestras calles
ION STEGMEIER . PAMPLONA .
  • Con su primera novela, Carlos Erice Azanza ha ganado el Certamen López Torrijos 2011, lo que conlleva la publicación de la obra. "Beautiful Rhodesia" es el título de esta novela negra ambientada en el sur de África.

La Rhodesia que fundó Cecil Rhodes al sur de África estaba gobernada por una elite blanca contra la negra. El primer ministro, Ian Smith, por ejemplo, aseguraba que los negros no gobernarían el país en mil años. Ahora que sí lo hacen, aunque con un gobierno corrupto y tiránico, el país se llama Zimbabwe, pero los blancos siguen refiriéndose a su patria como la "beautiful Rhodesia", la bella Rhodesia. Ése es el título que ha puesto Carlos Erice Azanza (Pamplona, 1971) a su primera novela, un thriller ambientado allí.

La promoción dice: "Racismo, conspiración y muerte en el sur de África". Deja el listón muy alto en las expectativas del lector.
Son cosas de las editoriales pero sí, se juega con esos elementos de racismo, de conspiración, crímenes incluso, en ese ambiente del Zimbabwe que todavía está viviendo las consecuencias de décadas de segregación racial.
¡Incluso aparecen nazis!
Sí, tiene su lógica. Es uno de los elementos claves en el desarrollo de la trama. En todo el cono sur africano los países tenían una minoría blanca con todos los resortes políticos y económicos de esos territorios. Entre esos países está Namibia. Namibia en tiempos fue colonia alemana y queda un grupo de descendientes de alemanes del principios del siglo XX que tienen su papel en la trama.
¿Tiene usted algún vínculo personal con la zona?
Yo no he estado en Zimbabwe. El tema del colonialismo, toda la historia de África en el siglo XX, me apasiona. Pero el origen del libro está en unos Sanfermines de hace muchísimos años. Conocimos a una chica de Zimbabwe, de raza blanca, que te contaba la historia de su país desde el punto de vista de esa élite blanca.
¿Y cómo era?
Te contaba cómo era la granja de sus padres, uno se estaba imaginando a la baronesa Blixen en Kenia y a Robert Redford revoloteando en el avión. Más recientemente conocí en el comedor social París 365 a un inmigrante de Zimbabwe de raza negra que contaba la otra parte de la historia. Sobre todo lo que habían sufrido sus padres en cuanto a no tener derecho a voto, la segregación racial, tener vetada la entrada en determinados sitios o viajar en la parte trasera del autobús... son temas que nos suenan más en Sudáfrica, pero también lo vivieron de la misma forma. Esas dos caras de una misma moneda me interesaron mucho. Tiene un trasfondo social importante.
¿Las historias para ser contadas entonces están en la calle y sólo hay que escucharlas?
Sí. África ya no es un continente que esté al otro lado del estrecho, sino que ya lo tenemos en nuestras calles. Desde hace muchos años tienes vecinos de origen africano, compañeros de trabajo... convivimos con África. Ya no es algo lejano y exótico.
¿Qué tal le ha resultado el salto del relato breve a la novela?
Aunque ya tengo mis añitos, llevo relativamente poco trabajando la ficción. Al ser un escritor novel no es fácil abrirse camino. Gané el premio López Torrijos, que aparte de la cuantía económica lo más interesante era encontrar a alguien que publicase tu primer libro. En este caso he tenido mucha suerte con la editorial Ledoria de Toledo, que han sacado una edición muy cuidada, visualmente muy atractiva y la verdad es que me siento afortunado.
En realidad, ya tenía una gran experiencia escribiendo, pero manuales de formación.
Durante años, y sigo dedicándome a eso, mis lectores han sido usuarios de informática. El salto es gracioso cuando menos.
Y está preparando la historia de las peñas de San Fermín.
Un grupo de chalaos de la federación de peñas estamos trabajando en la investigación para escribirla. Esperamos sacarla para primavera. Saldrá alguna noticia sorprendente o que está en el olvido. Que Fraga, siendo ministro, les diese la placa al mérito turístico a las peñas de Pamplona, por ejemplo. También que fueron machistas y cómo se ha vivido la evolución hacia las peñas paritarias.

BEAUTIFUL RHODESIA

Autor: Carlos Erice Azanza.
Editorial: Ledoria. Tirada: 1.200 ejemplares.
Páginas: 172.
Precio: 15 euros (7,5 en electrónico). Blog del autor: asomadoalaestafeta.blogspot.com

jueves, 22 de diciembre de 2011

La finca de Mugabe

Sois muchas las personas que estos días, al leer Beautiful Rhodesia, habéis mostrado interés sobre la historia y la actualidad de Zimbabwe. Hace algo más de dos años, En Portada emitió este sensacional reportaje en TVE, titulado Viaje a la finca de Mugabe.

José Antonio Guardiola desgrana en él muchos aspectos de la complicada historia del país, desde la lucha por la posesión de la tierra hasta las tensiones raciales, pasando por un análisis de la desastrosa situación política y económica de Zimbabwe.

Aquí encontraréis algunas claves que os ayudarán a comprender el marco que envuelve la novela. Son cuarenta y ocho minutos, pero os recomiendo verlo.

La pena es que creo que pocos reportajes de este estilo veremos ya en nuestras televisiones.


Aquí tenéis el enlace con el reportaje completo en la web de RTVE:

martes, 20 de diciembre de 2011

Andrés Pérez Domínguez


Hace como un par de años, en el puesto de Librería Abarzuza en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Pamplona, un libro me llamó la atención. Su portada, su cuidada edición y, desde luego, su precio. El factor Einstein, de Andrés Pérez Domínguez. La verdad es que no le conocía de nada, pero lo cogí, lo hojeé y Rafa, el librero, me dijo Está muy bien. Y caí.

Lo leí con ganas, a gusto y, sin llegar a encantarme, me hizo pasar muy buenos ratos. No me terminaron de enganchar algunos elementos de la historia, tal vez el carácter de algunos personajes y situaciones, pero en líneas generales me gustó bastante. Siempre me ha interesado el siglo XX europeo y había echado en falta que un autor español tejiera una trama con esos aires de espionaje, género que siempre me ha entusiasmado.

Pero lo que sí llegó a engancharme fue su blog, La separata, y su propio personaje ahí descrito, el de Andrés Pérez Domínguez. No pude evitar mirarlo con simpatía, sevillano él, que me trajo recuerdos de aquellos años que viví en una calle tan literaria como la Camilo José Cela, junto al Sánchez Pizjuán, en aquella época en la que Osasuna y Sevilla se repartían goles y tortas a partes iguales.

Y como digo, me gustó el personaje de Andrés y su cercanía a sus lectores, a través de ese blog, hasta llegar a sufrir enormemente cuando publicó la foto de sus manuscritos empapados, arruinados por una tormenta, manuscritos de los de verdad, de los de boli y cuaderno. Me acordé entonces de Iñaki Echarte, de cuando le robaron el ordenador con toda su obra dentro.

Para alguien que empieza como yo, fue todo un gozo observar que un escritor consolidado como Andrés había iniciado su carrera en pequeños concursos y luego no tan pequeños, hasta llevarse el Ateneo de Sevilla de novela.



Y ahí es donde me ganó definitivamente. El violinista de Mauthausen le salió redonda, con unos personajes sólidamente dibujados y una trama profunda y espléndida en la mejor tradición del género. Vamos, todo un Le Carré sevillano que tocaba con maestría un tema que siempre me ha apasionado. Además, desde mi modesta forma de entender la literatura, Andrés había conseguido pulir aquellas cosas que no me habían gustado de su anterior novela.

Mejorar en cada libro es todo un triunfo y dice mucho de lo que nos puede ofrecer en el futuro.

Así que aquí me tenéis, ansioso por que saque la siguiente y esperando parecerme a él algún día.

Al menos el pelo ya se me está cayendo.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Y todo salió bien, muy bien

El viernes nos reunimos en Calderería para poner de largo a la nena y el acto resultó todo un éxito, tanto por las cosas que se dijeron como por la asistencia entusiasta de parientes y amistades que, además, se portaron y no abusaron en exceso de los potes que pagué a continuación. Beautiful Rhodesia empieza a verse ya en los escaparates de las librerías y eso supone, para un novel que ya no lo es, una alegría tremenda.

Así que quiero agradeceros vuestra asistencia y colaboración y mando un saludo muy especial a los libreros y libreras que ayer acogieron la novela con alegría, a Patxi Irurzun y a Jesús Muñoz y, también, de forma muy especial, a Mario Lamela, coordinador (mayordomo, como le gusta autodenominarse) del Certamen de Novela López Torrijos. Me mandó una carta la mar de emotiva para leerla en el acto y, torpe de mí, me la dejé aquí, en casa, perfectamente impresa. Mil perdones y aquí os la pongo para que podáis leerla.


Hola, Carlos:

Sólo unas palabras para hacerte compañía, para estar a tu lado, que es lo que nos habría gustado; para disfrutar con el grupo de amigos que ahora te acompañan.

Supongo que en estos momentos tienes a Jesús a tu lado. Dale un abrazo. 

Pero, bueno, compensaremos rápidamente estas incidencias que se nos han colado y han impedido que estemos juntos.

No sé qué estarás sintiendo al ver la novela delante ti. 

Sólo quiero decirles a quienes te estén escuchando, que ese simple objeto posado sobre una mesa es un objeto cargado de optimismo:

Optimismo por tu parte: Porque ante el vacío de la página en blanco, en lugar de escapar y no escribir nada (ser un Bartleby) o ponerte a emborronar el papel en plan escritor kamikaze (que los hay), te has puesto a escribir, a crear, y te ha salido una novela; en busca de lector, claro.

Optimismo por parte de Jesús. Que un editor sea optimista en estos tiempos es un oxímoron. Su espíritu renacentista es reconfortante.

Optimismo por nuestra parte. Haber leído tu novela, haberla premiado y haberte conocido, ya justifica nuestro optimismo. Haberte descubierto como escritor y como persona nos dice que los objetivos que nos habíamos marcado en nuestro humilde certamen de novela eran acertados. 

Bueno, ya no molesto más. Sólo les pido, a quienes estén escuchando, que lean la novela y hablen de ella.

Y a ti, Carlos: “Prudencia en el éxito. Una forma sosegada de sabiduría” (Carlos Castilla del Pino) 

Un abrazo de José María y de todas las miembras del jurado.

Mario
Mayordomo

viernes, 16 de diciembre de 2011

En capilla

Aquí estoy, con un ojo en la camisa que no se quiere planchar sola y con el otro en el cielo esperando que no le caiga una teja en el cogote a nadie que esta tarde se pase, a las 20.00, por la Sala Calderería a ver cómo Patxi Irurzun, Jesús Muñoz y un servidor presentamos Beautiful Rhodesia, la gran novela de 2011.

Nos vemos.

martes, 13 de diciembre de 2011

Ongi etorria, baby

Ya está entre mis manos. Hace un rato he ido a Correos y ahora descansa en mi chaise longue, donde fue concebida, gestada y parida.

El viernes la presentaremos en sociedad, a las 20.00, en la Sala Calderería, en Calderería 11. Con la ayuda de Patxi Irurzun y Jesús Muñoz.

Ahora solo falta que vaya llegando a las librerías.

Y que os guste.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Así arranca... Beautiful Rhodesia

Este es el primer párrafo del primer capítulo del debut novelero de Carlos Erice Azanza. Con ustedes, Beautiful Rhodesia.

I

Gracias a Dios, Daphne y las niñas ya estarán en Harare, con mis suegros. Allí se encontrarán bien. Libres y a salvo. Aquí todavía queda comida fresca y un montón de latas de conserva en la despensa. Sigue funcionando el agua corriente, que no es poco. Y aunque me corten la luz, aguantaré. Vaya que sí. Estoy preparado. Hace semanas que limpié y engrasé el M16, el viejo souvenir de mi padre de sus tiempos gloriosos en la Bush War. Hay munición del calibre 5,56 de sobra. La he guardado durante años y no he dejado de practicar de vez en cuando en el campo. Por si acaso. Que vengan, que vengan, que les estoy esperando. No voy a rendirme, no, no voy a entregar mis tierras sin pelear. Y no pienso dejarme matar como un puto perro. Como el pobre Allan Dickinson el año pasado.
Negros de mierda.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Más sobre Johnny Clegg

El otro día comentaba que la música de Johnny Clegg revolotea en torno a Beautiful Rhodesia. Pero si existe una figura que sobrevuela la novela, ésa es la de Nelson Mandela.

Sobrecoge ver la sonrisa perenne de este gigante físico y moral, capaz de reconciliar a su pueblo por encima de razas después de años de cárcel, muerte y apartheid, algo que no consiguió Robert Mugabe en Zimbabwe.

Por cierto, en nuestra tierra podríamos aprender mucho de este hombre sobre perdón y reconciliación.



Asimbonanga (No lo he visto)
Asimbonang 'uMandela thina (No hemos visto a Mandela)
Laph'ekhona
(En el lugar donde se encuentra)
Laph'ehleli Khona (En el lugar en que se encuentra)

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Carlos Aurensanz

En un artículo anterior sobre narrativa navarra dije de este veterinario tudelano que podíamos considerarlo como el Ken Follet ribero, por el extraordinario éxito de ventas de su primera novela Banu Qasi. Los hijos de Casio. Aparte de Ken Follet le llamé otra cosa que le hizo mucha gracia y que no voy a repetir, no vayamos a enfadarle.

Siempre me ha gustado la novela histórica. Considero que los buenos libros han de ser capaces de trasladarnos a otras épocas, a otros lugares o a otras almas. Pero hacía meses que no le hincaba el diente al género, por aquello de que tienden a ser obras voluminosas que te quitan tiempo para conocer a otros autores con textos más breves.

Sin embargo, atraído por el éxito y las buenas críticas, hace unas semanas me compré este primer volumen sobre el Al Andalus navarro y debo decir que no me ha defraudado. Siendo como somos una tierra con tantos siglos de historia, me apena lo poco que conocemos de ella.

Y Carlos Aurensanz ha novelado de manera prodigiosa y amena la génesis de nuestro Viejo Reyno, este Reyno que está a punto de conmemorar cinco siglos de su invasión por Fernando el Católico.

El otro día le leí en una entrevista que tiene ganas de salirse del género histórico, sin duda por el esfuerzo de documentación que exige acometer una obra de estas características y el corsé que supone ceñirse a unos hechos históricos concretos.

De todos modos, el tío ya tiene en la calle la segunda parte, Banu Qasi. La Guerra de Al Andalus, y debe de andar liado preparando el volumen que cierre la trilogía.

¡Qué cabrón!

martes, 6 de diciembre de 2011

Beautiful Rhodesia. Banda sonora


Andaba esta mañana escuchando una entrevista a un novelista de cierto éxito que, por cierto, no era manco al defender las excelencias de su libro, cuando le han preguntado sobre cuál podría ser la banda sonora de su novela. Ha reflexionado unos instantes y, como quien no quiere la cosa, ha hablado de no sé qué canción.

Yo también tengo preparada la respuesta a esa pregunta, desde el mismo momento en que empecé a escribir Beautiful Rhodesia.

Sin duda.

Johnny Clegg, gran músico sudafricano y tremendo activista antiapartheid.

Y su Scatterlings of Africa, esos vagabundos de África.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Sanz-Briz

Ayer vi un anuncio en TVE acerca de una película para televisión titulada El ángel de Budapest, próxima a estrenarse, y que será protagonizada por Francis Lorenzo, un actor cuyo talento creo que ha sido desaprovechado por la televisión y el cine español.

La peli está basada en la actuación de Ángel Sanz-Briz, encargado de negocios en la embajada de España en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial. Este diplomático contribuyó a la salvación de centenares de judíos húngaros durante la época de la ocupación alemana. No fue el único diplomático europeo empeñado en tal tarea. De Sousa Mendes, Wallanberg, Gruninger u otro español, Santaella, entre otros, obtuvieron el reconocimiento del gobierno de Israel que les concedió el título de Justos entre las Naciones. También forma parte de esta lista el archiconocido industrial alemán Oskar Schindler.

Para salvar a los judíos del Holocausto, Sanz Briz se basó en el Real Decreto del Directorio Militar del general Primo de Rivera de 1924 que otorgaba la nacionalidad española a los judíos que pudieran acreditar su origen sefardí. Este decreto, junto con otro diplomático español, Javier Ruigómez, desempeñan un papel crucial en la trama de Beautiful Rhodesia.

Aquí dejo el trailer de esta película que, desde luego, presenta una excelente factura. El argumento es apasionante.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Patxi Irurzun

Supongo que por mi deformación académica económica, tengo la manía de montarme una excel en la que anoto los libros que leo cada año y voy sumando el total de páginas que me trago. Ayer le eché un vistazo y caí en la cuenta de que a quien más he leído este año es a Patxi Irurzun. Así que, siguiendo la máxima karateko-laportiana de dal sela pulil sela, voy a hacerle la rosca, pues ha aceptado con entusiasmo presentar mi Beautiful Rhodesia el próximo 16 de diciembre.

Compré hace tiempo Atrapados en el paraíso, Premio a la Creación Literaria del Gobierno de Navarra 2004 y lo devoré en marzo. Cuenta su viaje a Payatas, el vertedero de Manila, y a Nueva Guinea, lo que demuestra la preocupación social del autor por el lado más sórdido de la especie humana. Podría destacar la calidad de su prosa y blablabla, pero como de eso no entiendo demasiado, sí puedo afirmar en cambio cuánto me conmovió, tanto en la descripción de personajes como en la de ambientes y situaciones. Mención especial merece el personaje de Malen, su compañera, la más guapa del barnetegi en el que la conoció, y a la que deja plantada para irse a escarbar entre la basura, la real y la metafórica. Me parece preciosamente irónico y literario el sms que ella le manda a las 12 del mediodía del 6 de julio, nuestro primer txupinazo juntos, desde la otra punta del mundo.

Dios nunca reza, su último libro, podría considerarse una continuación de este Atrapados. En forma de diario, nos cuenta su verano de 2008, en el que Malen está ya embarazada de su segundo retoño, cambian de casa y Patxi es finalmente despedido. Una historia que no sería especialmente atractiva se convierte en una crónica apasionante y sincera sobre su vida, su trabajo, su amor y sus sueños de escritor. Y me encanta el realismo con el que cuenta su relación con Malen, a la que adoraba embobadamente en Atrapados y a la que ama y enfada, a partes iguales, unos años después. Vamos, vida de pareja en estado puro.

Y, finalmente, ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis!, que leí en vísperas de San Fermín, cuando todo nos parece genial y maravilloso, me dejó con la boca abierta. Un novelón que, siendo simplistas, podría calificarse de humorístico o porno, pero que esconde una preciosa historia de amor, una descripción de las miserias humanas y una crítica feroz de nuestra sociedad, la mundial y la pamplonesa. Me encanta la recreación de los 80 de esta gloriosa ciudad, con su borroka, su pijismo, sus punkis y mozorros a palos por Calderería, su rock radical vasco y su ombliguismo foral.

Para mí, Patxi y Laporte son dos de las referencias de la literatura navarra actual, esa locomotora a la que yo les pedí subirme un día y a lo que Patxi contestó que, si hacía falta, la desviaban hasta Rhodesia. Qué gran tipo, ¿no?

No soy el único que lo dice.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Literatura colonial portuguesa (II)

La costa de los murmullos es la cuarta novela, segunda traducida al español, de Lídia Jorge, autora nacida en el Algarve y que fue, durante años, profesora de literatura en las provincias de Angola y Mozambique.

La costa de los murmullos constituye un relato sobre la guerra colonial en Mozambique desde el punto de vista de las familias de los oficiales portugueses desplazados a aquel conflicto. Como he comentado otras veces, estamos muy acostumbrados a ver cómo los americanos volvían tarumbas perdidos del Vietnam, pero sabemos muy poco sobre cómo volvían los portugueses de África, hace poco más de treinta años. Me viene a la mente una entrevista a Lobo Antunes, en la que contaba cómo había visto jugar a fútbol a muchachos portugueses en Angola mientras hacían allí la mili. Los balones eran cabezas de prisioneros africanos.

Atrocidades como éstas también aparecen en la novela, que narra crudamente cuánto afectaron a los soldados lusos y a sus relaciones con sus familias y la población nativa.

Hace ya tiempo que la leí, pero dos imágenes me siguen viniendo a la cabeza al recordar este libro: las nubes de langostas y las muertes en los guetos africanos por culpa del alcohol adulterado, a orillas de aquel idílico Índico colonial. Todo ello como símbolo del contraste entre la cruel realidad que vive Eva Lopo, la protagonista, y la versión oficial del gobierno portugués.

Aquí os dejo el trailer de la película, de Margarida Cardoso.

martes, 29 de noviembre de 2011

Paesa

Dentro del póker de agentes secretos europeos, en el que destacan Philby o Burgess con sus actividades dobles o triples, Paesa se lleva el as de diamantes, como ha demostrado hoy saltando a los titulares de la prensa a sus 75 años.

En Sierra Leona le han pescado al tío. Dicen que intentando cerrar un trato en el mercado negro de las antigüedades, de la droga o de los diamantes. Asistido por su sobrino, nada menos. Qué tendrá esa familia.

El caso es que su carrera de embaucador al servicio de los gobiernos comenzó poco después de que Fraga Iribarne concediera la independencia a Guinea Ecuatorial. Allí trabajó para el Banco Nacional de Guinea hasta que intentó estafar al dictador Macías.

Paesa, en los 70, con la viuda de Sukarno (AGENCIAS/ABC)
De ahí saltó a Suiza donde continuó con su afición por las dictaduras del tercer mundo liándose con la viuda de Sukarno, expresidente de Indonesia.

De esa época datan también sus relaciones con los servicios secretos de la Europa comunista (lo que no le impidió también contactar con los de las dictaduras chilena y argentina) e intentó vender armas a Jomeini.

En los 80 dicen que toreó a ETA, al GAL y al gobierno del PSOE. Y que colaboró con los tres.

Su mayor golpe mediático fue la captura del exdirector de la Guardia Civil Luis Roldán, en Laos. Aparte de entregarlo a la justicia española, le birló, dicen, 300 millones de pesetas.

En 1998 publicó su propia esquela, tras su muerte en Tailandia, y encargó misas por el bien de su alma.

Años después reapareció, vivo, en París, donde ha llevado una jubilación discreta hasta que le han pillado, asesorando, en Sierra Leona.

Y luego algunos dicen que los personajes de John Le Carré no son creíbles. Desde luego, Miguel Arnaiz, que protagoniza Beautiful Rhodesia, va a parecer un aficionao.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Presentación de Beautiful Rhodesia



Pues sí, ya tenemos fecha y lugar para la presentación de la gran novela de estas navidades, Beautiful Rhodesia, ganadora del III Certamen de Novela López Torrijos. Será el viernes 16 de diciembre, a las 20.00 horas en la Sala Calderería, Calderería 11, en el burgo más antiguo de esta Iruñea nuestra.

Ya iremos dando información sobre el acto.

¡Os esperamos!


El cadáver de una joven vasca, hija del embajador español, es hallado en Harare, la capital de Zimbabwe. Miguel Arnaiz, ex guardia civil y agente del Centro Nacional de Inteligencia, recibe la orden de investigar las circunstancias que rodean esa muerte. Sandra Bokosa, detective de la Policía Republicana de Zimbabwe, es la responsable del caso y entre ambos se establecerá una compleja relación personal y profesional, en la que nada es lo que parece y en la que los dos agentes deberán someterse a los dictados de sus gobiernos, muy interesados en ocultar la verdadera naturaleza del crimen. Arnaiz afrontará la verdad con cinismo y llegará a destapar una de las más sorprendentes y menos conocidas rutas de huida de criminales nazis tras la Segunda Guerra Mundial, en la que además se vieron implicados diplomáticos españoles.

En un entorno donde aún perviven retales de la vieja supremacía blanca en el África Austral,
Beautiful Rhodesia constituye una reflexión acerca del pasado reciente y la situación actual del racismo todavía latente en esa región, recoge crudamente las conspiraciones implacables que pueden llegar a tejer muchos gobiernos para defender sus políticas y supone, finalmente, un viaje al decepcionado mundo interior de sus protagonistas.

No esperes a otoño

Allá lejos, en Fuerteventura, han fallado el I Premio de Relatos Corralejo. No esperes a otoño ha obtenido la condición de finalista, lo cual me anima en esta apuesta mía por la literatura de la igualdad, de la desigualdad, de la diversidad o de como queráis llamarla. Enhorabuena a las personas ganadoras y a la organización por la calidad de los textos recibidos. Y a mí mismo, joder.


No esperes a otoño

Los miércoles suelo ir a comer a casa de mamá. A mí me viene de perlas porque me libro de cocinar —y sobre todo de fregar— y a ella le hace ilusión que la hija pequeña vaya a verla, semanal y puntual. Su chiquitina que vuelve a casa pero como Dios manda, avisando. Bueno, eso me dice, supongo que para evitar que yo me sienta algo gorrona y para no parecer ella demasiado tonta.

Así es ella.
Y así soy yo.
A nuestros años.

Aunque, desde luego, a ver quién se resiste a ese aroma de pencas de acelga rebozadas que ya se capta nada más salir del ascensor, después de retocarte el lápiz labial y acomodarte la melena frente al espejo. Por favor, que también las haya enrollado en bacon crujiente y queso, y pordiós, que me espere una buena merluza en salsa verde con gambitas, huevo duro y puntas de espárragos, que hace semanas que no me la prepara. Y, de remate, la sublime leche frita.

Así es mi llegada a casa; a su casa, ya.
Con besos, con sonrisas, con caricias.
Con hambre.
Aunque al final dé lo mismo qué haya cocinado.

Qué tal por el barrio, qué tal por la oficina. Que si Paquita no sé qué, que si los Iriarte no sé cuántos, que si los del Ayuntamiento son lo que yo te diga, que si van a cerrar la tintorería de enfrente, que si mi artritis, que si vaya calor.

Que si la crisis.

Ésta es nuestra bendita rutina de comida semanal, aperitivo de un cortado descafeinado y, la mayor parte de las veces, de un chupito de hierbas.

Rutina, sí, bendita rutina.
Y tan bendita.

Porque una nunca está preparada. Nunca está preparada para recibir una noticia así. Como la de aquella tarde. El teléfono sonó justo cuando nos sentábamos a ver El Tiempo, ella despotricando porque nunca aciertan, porque siempre llueve cuando anuncian sol. Yo despotriqué aún más por no estar el teléfono portátil a mano y tener que, hija solícita, correr hasta el pasillo a descolgar.

Del hospital.
Mi hermana.
Su coche.

A partir de ahí, la nube que te envuelve, el mirar sin ver, la necesidad de atrapar el aire sin lograrlo, como pez lejos del agua, abrazarse a mamá, a familiares, a amigos, a amigas, preparar la cremación, tener listos los papeles.

Me quedé dos o tres noches a dormir en su casa. No sé quién necesitaba más compañía, quién necesitaba más a quién. Ella, la jubilada, media vida viuda, fuerte, guerrera e independiente; yo, la pequeña, la demasiado mimada durante tantos años, por mi madre y por mi hermana, por la vida en general. No llegué a oírla llorar. Y yo hice lo posible y lo imposible por que ella no me oyera a mí.

Tras aquellos días de tristeza compartida y dolor, de tanto dolor gris y melancólico, callado y paralizante, quise asumir la responsabilidad de intentar pasar página. De tirar hacia adelante. Alguien debía hacerlo y no quería que fuese, una vez más, mi madre. Me tocaba, por fin, a mí, que ya era hora.

Me hice cargo de la casa de mi hermana. Bueno, de su estudio, una buhardilla más bien, un quinto sin ascensor, una escalada agotadora, que no iba yo a visitarla por no echar la pela en cualquiera de aquellas viejas escaleras de madera quejosa.

Tocaba ordenar.
Su ropa, sus libros, sus discos.
Sus zapatos.
Sus fotos y todos esos recuerdos tan horteras que recopilaba en sus viajes.
Sus pinturitas y sus perfumes.
Toda su vida.
A guardarla en cajas.

El casero me había dado un mes, pero tampoco quería alargar aquel trance. No era necesario. Si podía recoger y empaquetar en dos tardes, mejor que en tres. Eso sí, constantemente envuelta, rodeada de su aroma, de su presencia ausente.

En la mesita baja de mimbre que estaba frente a la tele, revistas y revistas, de moda, de viajes, sobre todo de viajes, con esas portadas de aguas critalinas, de desiertos infinitos, de cumbres nevadas, de dioses desnudos de mármol griego, de safaris persiguiendo al fantasma de Finch Hatton por las colinas de Ngong.

Revistas de viajes, revistas de sueños.

En el último cajón de su cómoda, el secreto de su intimidad. No, no eran sus bragas, no, ni sus tampones. Eran cartas, cartas de amigos, de amigas, incluso alguna mía. Ella no quería saber nada de ordenadores ni de mails ni de messengers, quería cartas, cartas y más cartas y, por Navidad, christmas que poner a los pies del Niño Jesús rechoncho y sonrosado que nos regalaron las tías.

Abrirlas, leerlas. No abrirlas, no leerlas.
Mi duda.
Mi tortura.

Algunas liadas con gomas elásticas, en sus sobres, postales guardadas en carpetas de cartulina azul, cartas atadas con cintas perfumadas de olores y colores. Al final, todas metidas en cajas y apiladas en mi trastero, escondidas tras aquellos cuadros tan horrorosos que pinté de joven, temerosa de parecerle odiosamente cotilla si las leía, temerosa de perderla para siempre si las tiraba al contenedor de papel y cartón.

Al vaciar su mesita de noche, la que soportaba aquella espantosa lámpara con Buda incluido que vete tú a saber dónde compró, el estómago se te da la vuelta, las manos te tiemblan y te sudan y tienes que sentarte sobre su colcha de ganchillo, aquella que le hizo mamá.

Un diario.
Su diario.

Yo también empecé uno, de cría, claro, cuando descubrí la historia de Ana Frank, de su querida Kitty, lo del desván y la Gestapo. Supongo que a todas nos pasaba igual.

Pero tú seguiste, hermanita.

Y aquí me dejas todos estos cuadernos, que no me atrevo a esconder en el trastero, junto a tus cartas, detrás de esos cuadros míos tan horrorosos. Todos estos cuadernos, que son una tentación, la tentación de llegar a tu corazón, una puerta abierta a ese corazón que nunca mostraste a tu familia ni al resto de gente a la que querías, a la gente que tanto te quería.

Y ante mí surgen tus frases, las últimas, garabateadas hace unos pocos días, las frases que tantos años hemos intuido, dedicadas a tu amiga del alma. Te quiero, Marta, te quiero, no puedo vivir sin ti. Cuando vuelva a estar entre tus brazos, en otoño, te lo susurraré, por fin.

No debiste esperar al otoño, hermanita.
No debiste esperar.

Y yo debería descolgar el teléfono ahora mismo y decirle de una puta vez lo que siento a la persona que amo.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Fallos y croissants

En este mes de noviembre en el que ando como delantero de Osasuna tirando todas al palo, el Ayuntamiento de Pamplona ha fallado su concurso de relatos infantiles y esta vez no han tenido a bien premiarme, al revés que en abril de 2010, cuando a alguien se le cruzó un cable y decidió que estos croissants australianos ganaran el X Concurso de Relato Breve, dedicado al Camino de Santiago.

Los croissants saben más ricos si los mojas en el café

Ruge el pitorro, hiriente, en el interior de la jarra metálica. La leche se vuelve espuma. Aumenta de volumen. Bulle. Botón rojo; el chorro de café termina de gotear. Planto las tazas sobre los platillos. Vuelco suavemente la jarra formando nubecicas. Sus cucharillas. Sus azucarillos. Son los primeros cortados de la mañana. Entre legañas. Las mías y las de ellos.

Vaya noche de calor. No he podido pegar ojo. Vueltas y más vueltas. Desvelada. Me quitaba la sábana. Me volvía a tapar. La piel pegajosa, empapada. Cambio de postura. No ha habido forma. Y cuando parece que por fin caes adormilada, zas, el puto despertador. Ducha rápida, raya en el ojo y a la calle, cuando todavía es de noche. Ni pizca de aire, sólo esa atmósfera caliente y densa que te envuelve, que te aplasta contra los adoquines. Mis pasos resuenan entre las paredes de mis calles estrechas. Mi Casco Viejo está desierto. Somos las primeras en abrir. Y los de las máquinas barredoras los primeros en pedir. No hay nadie más. Hasta el del puesto de periódicos de enfrente se ha cogido vacaciones estos días. El repartidor nos deja el paquete atado sólo a nosotras; no hay nada para él. 

Aquí entra Mikel. Es majo. Brutico y puntual, como todas las mañanas. Barcas con decenas de barras de pan, croissants, palmeras, bollos suizos y bombas de nata o chocolate. Un aupa para los de las barredoras. Luego silba a Marta, mi compañera, que empieza a llenar las vitrinas; grita a Wendy, nuestra cocinera, que ya está batiendo huevos y, finalmente, me dice guapa. Qué pesao. Pero sí. Es majo. Siempre amable. Nunca una mala cara.
Y empiezan a llegar. Éstos parecen alemanes. Dos parejas. Tendrán unos cincuenta. O más. No sé. Ellas se sientan y ellos vienen a pedir, caballerosos. Las mochilas en el suelo, bajo su mesa. Pantalón corto los cuatro, las piernas arrugadas y bronceadas, gorro en la cabeza, gafas y la concha sobre el pecho. Piden en inglés y Marta me los cede. Qué cabrona. Podrías apuntarte tú también a la Escuela de Idiomas, rica.

Y luego aparecen más.

Vienen del albergue de al lado de San Cernin.

Franceses.

Americanos.

Austríacos.

Españoles.

No podían faltar tres japoneses.

Hasta que entra él. Con otro chico. Es alto. Guapo de ganas. Sin afeitar. La melena rubia recogida en rastas. Hablan en inglés. Ahora Marta sí que les atiende. Meterá tripa y sacará tetas. Lo hace. Qué zorra. Como si no la conociera. Y encima piden en castellano. Dos con leche y dos croissants. Son australianos, me dice Marta mientras no conseguimos apartar la vista de sus culos cuando nos dan la espalda. Les miramos abobadas. A veces pasa, que entra un tío bueno y no le quitas ojo. Pero ellos ni caso. Sus cafés y sus croissants. Su guía de viajes. Hasta que él levanta la mirada. Me sonríe. Y yo, pava de mí, me pongo más roja que el pañuelo de mi Peña. Marta se descojona. Me guiña un ojo. Cómo está el tío, me dice moviendo muda y ostentosamente los labios.

Él me mira varias veces más. Qué ojos. Qué labios. Qué brazos. Qué dientes. Qué todo. Hasta su voz me gusta. Intento disimular. Me esmero con los demás clientes. Limpio. Sirvo. Recojo. Cobro. Aroma a café y a horno caliente. Pero el reojo, siempre hacia su mesa.

Y su mirada, siempre clavada en mí.

Sin embargo, de repente, el mundo se acaba.

Se levantan, pagan y se van.

—Hasta la vista, señoritas —suelta en un castellano encantador y sonriente.

La calle Mayor les espera. San Lorenzo les espera. La Ciudadela les espera. Zizur les espera. Los campos de trigo a punto de cosecha. El adiós.

Me quedo desinflada. Triste. ¿Me habré vuelto gilipollas?

La mañana pasa, el calor vuelve. Los marianitos y los fritos sustituyen a los cafés y los bollos. Falta poco para acabar nuestro turno. A la piscina. Remojón y rutina que me sentarán de maravilla. Me agacho a recoger unas monedas que se le han escurrido a una señora dentro de la barra.

Me incorporo.

Sus ojos. Sus rastas. Su barba. Sus dientes. Su cara quemada por el sol. Está solo. Suda. Su voz guiri sonríe.

—¿A qué hora sales, chica? ¿Quieres acompañarme?





martes, 22 de noviembre de 2011

Literatura colonial portuguesa (I)

No sé muy bien por qué, pero la verdad es que siempre me ha gustado la literatura de ambiente colonial, tal vez influido por pelis o series británicas como La Joya de la Corona o Pasaje a la India, basadas en las respectivas novelas de Paul Scott y E. M. Foster. En esta misma línea, y aun no siendo británica, podríamos encuadrar a Isak Dinesen, sus Memorias de África y su Redford/Finch Hatton sobrevolando las colinas de Ngong.

Por desgracia, no se trata de un género demasiado tratado en la literatura española. Apenas hay obras ambientadas en, por ejemplo, las guerras de independencia latinoamericanas de principios del siglo XIX (me viene a la cabeza Sueños de libertador, del navarro Fermín Goñi) o en el Desastre del 98. Y menos aún sobre la presencia española en Guinea, Ifni, Sahara o Marruecos, más allá del deslumbrante éxito de María Dueñas con El tiempo entre costuras.

Buscando, pues, nombres que me resultaran más familiares que los Smiths, Johnsons y similares, decidí investigar en la literatura colonial portuguesa, sin duda más cercana en lo cultural y en el tiempo.

Portugal libró, entre 1961 y 1974, una cruenta guerra colonial en Guinea, Angola y Mozambique. Este conflicto ha marcado a toda una generación de portugueses y, obviamente, se refleja en su literatura. Más de 10.000 soldados portugueses perdieron la vida en esas guerras, una cifra comparativamente mucho más elevada que la de americanos que murieron en Vietnam, y mira que dan la turrada los yankis con esa guerra. Y no hay que olvidar que casi el 10% de la actual población portuguesa nació o vivió en esos países.

La primera novela portuguesa que leí sobre el tema se titula El árbol de las palabras, de Teolinda Gersao. Pese a nacer en Coimbra, pasó buena parte de su juventud en Lourenço Marques, hoy Maputo, la capital de Mozambique. Su novela refleja el cruce de razas y culturas que vivía aquella ciudad en los años 60 y 70. Y, también, cómo no, la discriminación de los nativos y la guerra en el campo. Pero es, sobre todo, una obra sobre la infancia y la adolescencia, sobre las relaciones familiares e, incluso, sobre el feminismo.

Para hacernos una idea de cómo era la vida en lo que los portugueses llamaban la Perla del Índico, la Ciudad de las Acacias, os dejo este vídeo. Otro día seguiremos hablando sobre más novelas lusas ambientadas en la época.

viernes, 18 de noviembre de 2011

IV Certamen de Novela López Torrijos

Una tarde de abril de este año andaba acurrucado en mi chaise longue, amodorradillo bajo mi manta de Osasuna, viendo la tele.

Y vibró mi viejo Nokia.

¿Carlos Erice Azanza? Soy Mario Lamela, del certamen López Torrijos...

Zas, el corazón que se te sale por la boca, conversación telefónica en la que no aciertas más que a decir chorradas y, tras colgar, gritos y botes por el pasillo. Espero que mis vecinos lo hayan olvidado ya.
Con José María López Torrijos (foto tomada de dealmansa.es)

Acaban de convocar la cuarta edición del certamen. Las novelas ganadoras de los dos primeros años, El vuelo de las aves, de Miguel Ángel Carcelén, y La voz del mar, de Consolación González Rico, son extraordinarias. La de este año, Beautiful Rhodesia, podrás tenerla pronto en tus manos. Las tres, editadas por Ledoria.

Es un premio limpio, ideal para autores que quieran abrirse camino, con ganas, con un jurado de personas que leen, que les gustan los libros, las historias, y que te hacen pasar en Almansa uno de los días más felices de tu vida.

Aquí tenéis las bases de la cuarta edición:

http://seguroslopez-torrijos.es/ci/uploads/4º_certamen_novela_lópez_torrijos_bases.pdf

Y el fallo de la tercera:

http://www.editorial-ledoria.com/fileadmin/archivos_ledoria/PDF/COMUNICADO_RESOLUCI_N_3__CERTAMEN.pdf

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Sueños de seductor

Me gustan las navidades. Entre otras cosas, porque me cojo vacaciones. Ya se sabe, levantarse sin despertador, desayunar sin prisa y pasear entre escaparates iluminados.

Esa mañana me meteré en una librería de las de cerca de mi casa. Querré buscarme algún autorregalo interesante y, de paso, cotillear sobre mi libro.

Me acercaré a la zona donde sé que descansará, entre tantas otras novedades y me pararé, como espía de Le Carré, a ver si alguien se detiene a ojearlo.

Entonces aparecerá ella, guapa, esbelta, pantalones ceñidos hasta lo imposible, botas con tacón de aguja y gorro ocultando una prometedora melena negra. Como quien no quiere la cosa, me pondré a su lado, su perfume me envolverá y sus dedos largos repasarán las portadas de las novelas.

Ése tiene buena pinta le diré señalando mi libro.

Lo tomará entre sus manos jóvenes y rematadas por uñas impecablemente esmaltadas en burdeos, le dará la vuelta para leer la sinopsis y, aparentemente interesada, lo abrirá y pasará varias páginas. Finalmente, se detendrá en las solapas y verá mi foto.

Bah, el tío es feo dirá sin mirarme.

Y lo dejará en su sitio.

martes, 15 de noviembre de 2011

Tarde de escritor

Ayer por la tarde me llamaron de Muskiz, para decirme que me concedían un accésit en el Osmundo Bilbao Garamendi de narrativa solidaria. Por otra parte, Jesús Muñoz, de editorial Ledoria, me comunicó que es muy probable que Beautiful Rhodesia entre en imprenta esta misma semana. Y finalmente cerré la publicación de un cuento con la Fundación Juan Bonal, que cada año edita una recopilación de relatos solidarios.

Decididamente, la de ayer fue una tarde de escritor.

Eso sí, no escribí una puta frase.

viernes, 11 de noviembre de 2011

46º aniversario de la independencia de Rhodesia

Kenneth Kaunda con Margaret Thatcher
En octubre de 1964, Gran Bretaña concedió la independencia a su colonia de Rhodesia del Norte, que adquirió el nombre de Zambia. Kenneth Kaunda fue elegido primer presidente de la joven república.

En cambio, la otra colonia que había heredado el nombre de su fundador Cecil Rhodes, Rhodesia del Sur, continuó bajo dominio británico, con un alto grado de autonomía ejercido por la minoría de raza blanca, que gobernaba el territorio. Esta minoría, temerosa de que el Reino Unido concediera la independencia a un gobierno formado por políticos de la mayoritaria raza negra, decidió proclamar su independencia de forma unilateral el 11 de noviembre de 1965, hoy hace cuarenta y seis años. Ian Smith, veterano de la Segunda Guerra Mundial, fue elegido primer ministro.

Ian Smith
Ni Gran Bretaña ni la ONU reconocieron al nuevo estado, que impuso una legislación segregacionista al estilo del vecino apartheid sudafricano, en el que aproximadamente 200.000 blancos disfrutaban de los derechos políticos, sociales y económicos que se negaban a una mayoría de 4.000.000 de habitantes de raza negra. En 1970 el gobierno blanco proclamó la república, desligándose así definitivamente de la corona británica, situación que ya se había producido, de facto, cinco años antes. Este hecho acarreó nuevas sanciones internacionales.

El siguiente vídeo nuestra cómo era el estilo de vida de los blancos tras aquella autoproclamada independencia, que derivó en años de guerra civil entre ambas razas. Desde luego, al verlo, no resulta difícil imaginar por qué los blancos llamaban a su país Beautiful Rhodesia.

Ni tampoco por qué los negros decidieron rebelarse.


 

martes, 8 de noviembre de 2011

Sueños de escaparate

Ayer fui a comer a casa de mis padres, en la calle Abejeras, y después me detuve un rato ante el escaparate de Istúriz, mi librería de toda la vida, en la que de crío me compraba mis mortadelos, donmikis y tintines. Y aparte de soñar en aquella época con ser como Iriguíbel, recuerdo que alguna vez también imaginé que un día mi nombre aparecería en ese escaparate, pegado a la portada de un libro.

Ahora que ese sueño está tan cerca de cumplirse me han venido esos recuerdos a la memoria. No es moco de pavo ir cumpliendo sueños, me dijo mi tío Patxi cuando gané el López Torrijos. Y falta poco más de un mes para que, en mi caso, ese anhelo infantil se haga realidad.

Creo que me he puesto un poco ñoño.

Debe de ser el patxaran.

Así que voy a ponerme otro.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Carlos Erice Azanza en Radio Almansa Uno

Allá por mayo me hicieron la siguiente entrevista en Radio Almansa Uno, con motivo de la recepción del López Torrijos de novela por Beautiful Rhodesia. Por aquel entonces yo creía que mi libro podía calificarse de thriller social; hoy he descubierto un nuevo concepto, acuñado por Nacho Docavo Alberti, que me encaja también, la etnointriga.





jueves, 3 de noviembre de 2011

Bob Marley canta Zimbabwe

En 1965, la minoría blanca de Rhodesia proclamó su independencia de Gran Bretaña de forma unilateral. Era la primera vez que se producía un hecho así desde la independencia de Estados Unidos en 1776. Los negros no gobernarán este país en mil años, afirmó Ian Smith, primer ministro rhodesiano.

Tras más de diez años de guerra, el territorio recuperó provisionalmente el estatus de colonia británica para alcanzar finalmente la independencia, con un gobierno de mayoría negra, en 1980, bajo el nombre de Zimbabwe.

Este vídeo pertenece al concierto que dio Bob Marley aquella noche histórica en el estadio de Rufaro, en Salisbury, hoy Harare. En él se puede ver al príncipe Carlos observando cómo se arría la bandera británica, un año antes de casarse con lady Di.

martes, 1 de noviembre de 2011

Luz de noviembre, por la tarde

Decía el otro día que Eduardo Laporte es majo. Lo conocí cuando compartimos deliberaciones como miembros del jurado del I Certamen de Microrrelatos de San Fermín y lo primero que hizo ese día fue regalarme un libro, suyo, Postales del náufrago digital, que recogía un montón de estupendos artículos de los que cuelga en su blog. Ya con eso me ganó, no hay nada como regalarme libros para caerme bien, al loro Olentzero, aunque tampoco hago ascos al whisky, al jamón, a los juegos para la play2 o a un queso bien curado.

Desde entonces nos hemos ido cruzando por ahí, en mails, blogs y otros concursos, como participantes y como jurados, y él siempre tan amable, preguntando cómo me iban mis novelas de africanos o con alguna broma osasunferminera.

Por todo eso, cuando ves que se saca de la manga un librazo como Luz de noviembre, por la tarde, que se lo editan con cariño y que a la gente (y a la crítica) le está gustando, no puedes menos que alegrarte. Un huevo, además.

Yo, que no sirvo mucho para opinar sobre libros, he de decir que me gustó mucho mucho mucho, no sé si porque uno ya intuye que, desgraciadamente, no tardará en vivir experiencias similares a las que él cuenta, si porque me encanta que en los libros que leo salga la plaza del Castillo o se echen un pote en el Ulzama (aunque ni a él ni a mí nos guste demasiado cómo reformaron ambos) o, simplemente, por envidia, porque me gustaría escribir así de bien, ser capaz de describir algo tan íntimo como la muerte con tal calidez y ternura y sin caer en la ñoñería ni la lágrima fácil.

Pues eso, que enhorabuena, Eduardo. Y ya sabes, después de esta ración de azúcar, a cantar las maravillas de Beautiful Rhodesia.

Si se las ves.

lunes, 31 de octubre de 2011

Savyon Lodge

Bulawayo es la segunda ciudad más importante de Zimbabwe, tras la capital, Harare. Hasta los años 80, el país contó con una influyente minoría judía, cifrada en torno a las ocho mil personas.

Desde finales del siglo XIX, judíos de Europa central y oriental se habían instalado en la colonia británica de Rhodesia del Sur, construyendo sinagogas y colegios.

Hoy, en Bulawayo, apenas quedan cien, veinte de ellos en la residencia para mayores de Savyon Lodge.

Savyon Lodge, y especialmente uno de sus residentes, desempeña un papel capital en la trama de mi novela Beautiful Rhodesia.

Comedor de la residencia para mayores judíos Savyon Lodge, en Bulawayo

sábado, 29 de octubre de 2011

MostrARTEnavarra 2011



Un joven y novato escritor de la calle Estafeta cosechó su primer reconocimiento literario en este certamen, al llevarse el tercer premio de la edición de 2009 con 365, un relato ambientado en el comedor social París 365. Probó suerte al año siguiente con El Pasadizo, una historia que mezclaba mujeres inmigrantes y vino, y obtuvo el primer premio.

El plazo para presentarse a la presente edición finaliza el próximo 18 de noviembre. Este año existen tres categorías, pintura, fotografía y audiovisual, que sustituye a la de literatura.

En este enlace podéis consultar toda la información relativa al proyecto y las bases para participar:

http://www.mostrartenavarra.org/Portada/Default.aspx

No es necesario comentar que siempre voy a mirar este certamen con cariño, por lo que supuso para mí, por una parte, y, sobre todo, por su finalidad, que no es otra que concienciar a la población acerca de la situación del colectivo inmigrante, especialmente la de las mujeres.

Y además la gente que coordina el concurso es estupenda.

Claro, es que son de Cruz Roja.