jueves, 17 de enero de 2013

Ledoria, editorial solidaria

Hace unas semanas, al comentar algunas novedades para otoño de Ledoria, hablábamos del nacimiento del nuevo espacio que la editorial ha puesto en marcha en su ciudad, Toledo, en la calle del Ángel, número 8.

El pasado 21 de diciembre, durante el acto de inauguración del LIBROESPACIO, todo aquel que asistió con un kilo de alimentos no perecederos tuvo la oportunidad de llevarse un libro gratis a su casa.


El 15 de enero, Jesús Muñoz y Federico Dilla hicieron entrega de los alimentos así obtenidos a un comedor social y anunciaron la continuidad de este bonito programa cultural y solidario.

No puedo menos que felicitar a la editorial por esta iniciativa y sentirme orgulloso de que Beautiful Rhodesia haya podido dar de comer a alguien que lo necesite. Cosas así hacen grande, muy grande, a una editorial pequeñita.

¡Enhorabuena!

 

domingo, 13 de enero de 2013

Enrique Meneses y la guerra de Rhodesia

La semana pasada falleció Enrique Meneses, maestro de periodistas y uno de los grandes reporteros europeos de las últimas décadas.

Cubrió infinidad de conflictos armados, desde las guerras civiles en Zaire y Angola en los años 70 hasta la más reciente de los Balcanes, pasando por el tiempo que compartió en la Cuba de Batista con los entonces guerrilleros Fidel Castro y Ernesto Che Guevara..

Cuando yo era chiquitín, vi en la tele este reportaje de 1975, sobre la guerra de Rhodesia, en el cual lo que más me asombró fue la existencia de africanos blancos (excelentes, por cierto, las entrevistas de Meneses al obispo Abel Muzorewa, líder moderado de la mayoría negra del país, y a Ian Smith, primer ministro del gobierno blanco de Rhodesia). Quién sabe, quizás en este trabajo se halle, en cierto modo, mi interés por Zimbabwe y la génesis de mi novela Beautiful Rhodesia.

http://www.rtve.es/alacarta/videos/reporteros-de-la-historia-de-tve/rhodesia-prueba/896951/

Meneses pertenecía a esa raza de reporteros de guerra, de la que formaron parte gente como Pedro Erquicia, Diego Carcedo, Arturo Pérez-Reverte, Ángela Rodicio o Carmen Sarmiento, que, aun a riesgo de sus vidas, supieron hacer llegar a nuestras pantallas la crudeza de las guerras que han asolado nuestro mundo.

Aún quedan periodistas así, claro, pero con la que está cayendo uno no puede evitar preguntar a la clase política española qué cojones están haciendo con RTVE, que en tiempos fue una de las más prestigiosas del mundo a la hora de cubrir conflictos armados internacionales.

Meneses con el primer ministro rhodesiano Ian Smith
 

sábado, 12 de enero de 2013

Andreu Martín

Andreu Martín (Barcelona, 1949) es toda una referencia para la novela negra en catalán, esa gran desconocida para el público castellanolector. Aun así, su obra se ha abierto camino en el panorama editorial desde hace años y buena muestra de ello es el éxito de su última novela, Cabaret Pompeya, así como el de otras anteriores, como Barcelona ConnectionSi hay que matar se mata, que le han hecho merecedor de premios como el Ateneo de Sevilla, el Carvalho, La sonrisa vertical o el Hammet.

Estos días he tenido oportunidad de leer De todo corazón (De tot cor), con la que obtuvo el Premio Alfons el Magnànim en 2008.

En ella, Andreu Martín retrata ferozmente el mundo de la prensa del corazón, en una sórdida mezcla de colores, el rosa y el negro. Un tema como este, que podía ser perfectamente tratado en forma de parodia, en manos de Martín adquiere tintes desasosegantes, crudos y drámaticos, no exentos en algún momento de ironía y un toque socarrón.

Más allá de la historia, con personajes potentes (me maravillan los periodistas carniceros, las folklóricas, el inspector Miralles y, sobre todo, Lucas), De todo corazón supone un ejemplo de ejercicio literario, del tipo al que aspiramos muchos autores, como es el cambio de registros, de estilo incluso, que consigue de forma aparentemente sencilla mezclando distintas novelas en una sola.

Y, desde luego, consigue abrir en canal un mundo tan curioso como el de este tipo de periodismo, siempre tan exitoso.

lunes, 7 de enero de 2013

Protesto

Protesto.

Sí.

Pero no, no protesto por cualquiera de las cosas, las mil que tenemos alrededor, que nos dan motivos más que de sobra para ello. Ante esta situación he decidido abrir un paraguas, que intente taparme a mí y a mi gente más cercana, y esperar a que escampe. Egoísta, sí, pero de momento no doy para más.

Pero a lo que iba.

Protesto.

Me chiflan las pelis americanas de juicios y abogados, sé que algunas son malas, efectistas, americanadas en el peor sentido de la palabra, pero qué le voy a hacer, aplaudo con las orejas cuando el fiscal suelta su perorata y el abogado defensor suelta ese señoría, protesto.

Me pone. Supongo que me aficioné de crío con Corbin Bensen y aquella serie fantástica, La ley de Los Ángeles. Luego me dejaron con la boca abierta Vencedores o vencidos (Judgement at Nuremberg) esa maravilla sobre los juicios a los nazis tras la Segunda Guerra Mundial (hay que hacerles la ola a Spencer Tracy, Burt Lancaster y Montgomery Clift), y la mala hostia de Jack Nicholson en Algunos hombres buenos (A few good men)

En cambio, nunca había catado novela sobre el tema y estos días he disfrutado con la entretenidísima El veredicto, de Michael Connelly, la nueva estrella emergente de la novela policíaca norteamericana. No es alta literatura, no, pero es ágil, divertida, con unos diálogos magníficos y me ha hecho volver a aplaudir cuando el abogado Mickey Haller lanzaba sus diatribas.

Protesto.

Denegada.

Guau.