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domingo, 13 de octubre de 2013

Correr a ciegas, de Javier Díez Carmona

Pocas veces me pongo con tantas ganas a comentar una novela. Me gustan muchas, claro, y lo suelo contar. Sin embargo, las joyas son escasas aunque, de vez en cuando, aparecen.

Correr a ciegas descansaba sobre la chimenea desde hace unos meses, esperando su turno, que por fin le ha llegado, y me ha pasado por encima.

Una novela que arranca citando a Antonio Flores y a Barricada promete.

Una novela que urde una trama apasionante, que te lleva de Bilbao a la Nicaragua sandinista y postsandinista, del Arenal a Managua, de la Ría a los lagos y volcanes nicaragüenses y la Cruzada Nacional de Alfabetización, promete.

Una novela que bucea en el alma de un abertzale, que en cierto modo coquetea con ETA y al mismo tiempo reniega de ella, promete.

Una novela con personajes contradictorios, difíciles, aquejados por complejos de culpa, por la miseria, por el desamor o por la heroína, promete.

Pero una novela que es, en cada página, una lección de literatura, no es una novela, no, es un novelón.

Con Javier Díez Carmona me he cruzado en algún que otro certamen de narrativa que, obviamente, siempre se ha llevado él. Intuía las razones leyendo los relatos que cuelga en su web. Pero este thriller apabullante me ha dejado indefenso, con la sensación de que me queda mucho por aprender.

Creo que pronto publicará otra.

En ascuas me tiene.

 

jueves, 14 de marzo de 2013

Papa negro

Papa negro, así se ha conocido siempre coloquialmente al General de la Compañía de Jesús, el líder de la orden de los jesuitas. Se ha pretendido de esta forma ironizar con la idea de que los jesuitas constituían una especie de contrapoder en el seno de la Iglesia Católica.

Pues bien, con la elección anoche de Jorge Mario Bergoglio Francisco a partir de ahora en el cónclave de Roma, habrá que jugar con el concepto, con la existencia de un papa negro y un papa blanco o, incluso, con un papa gris. De todas formas, dejaremos el juego para aquellos que intentan desentrañar los misterios vaticanos.

Hoy me acordado de unos cuantos jesuitas, como Josefus o Germán, que los tenía un poco olvidados, y que, estén donde estén, se sentirán felices.

De lo que nunca me olvidaré es de sus lágrimas cuando mataron a Ellacuría.

Jesuitas y sus asistentes asesinados en la UCA de El Salvador (1989)