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viernes, 20 de marzo de 2015

Guinea, de Fernando Gamboa

Fernando Gamboa (Barcelona, 1970) es aventurero y escritor, o escritor y aventurero. Y de esa mezcla tan atractiva surgen novelas como la que publicó en 2008, Guinea, un etnothriller con tintes políticos, históricos o incluso ecológicos.

A través de los ojos de Blanca, una antropóloga de Vitoria-Gasteiz, conoceremos la realidad política de Guinea Ecuatorial, la de sus gentes y la de sus riquezas y miserias. Y también descubriremos pinceladas de su pasado colonial español. Todo ello narrado a un ritmo vertiginoso que no concede una página de respiro, con gotas de humor, amor e incluso algún guiño cinematográfico (en ciertas escenas no he podido evitar acordarme de Bogart y Hepburn a bordo de La reina de África).

Si a esta lista de ingredientes le añadimos uno de los desenlaces más sorprendentes e inquietantes con los que me he encontrado nunca, no tendremos dificultad para explicarnos las razones del éxito de Gamboa.

Además, su olfato le permitió convertirse en uno de los primeros en presentarnos Guinea Ecuatorial como escenario literario, senda que siguieron con éxito, más tarde, novelas como El cooperante o Palmeras en la nieve.

Y mientras Gamboa siga viajando por el mundo y ofreciéndonos historias tan interesantes, otros nos dedicaremos a ser aventureros de sofá.

Que tampoco es moco de pavo.

martes, 10 de marzo de 2015

El rencor siempre tiene buena memoria, en Fiat Lux

Hace unos días, la versión digital de Fiat Lux, la revista especializada en literatura negra y periodismo digital, me publicó El rencor siempre tiene buena memoria, este cuento negro y africano, a caballo entre el presente y el pasado colonial de Guinea Ecuatorial. Vamos, en mi línea.



El rencor siempre tiene buena memoria
 

Los niños son crueles. Les gusta reírse del diferente, señalarlo, mofarse de él. Son verdaderos expertos en hacer sufrir al que consideren inferior o distinto.
Disfrutan.
Son sádicos.
Nadie, nadie como ellos para torturar a los demás.
Del diario de R.D.N., localizado entre sus efectos personales.
Número de registro 2013/AS-368
Cuerpo Nacional de Policía
 

 
Llueve. A mares. Como si nunca fuera a parar. Y, pese a los años, no terminas de acostumbrarte. No, no terminas.

Aunque allá hubiera épocas en las que caía igual.

O más, incluso, mucho más.

Rodeas la taza de chocolate caliente con tus manos heladas mientras observas la cristalera empañada; figuras con paraguas, figuras con prisas, figuras con bolsas. Algunas luces de Navidad adornan borrosas la plaza.

Desde luego, chica, quién te habrá mandado embarcarte en semejante aventura. En mala hora descubrió tu hija esa página web. Pero qué le vas a hacer, te puede la nostalgia, te puede.

Sí, la nostalgia.


Si quieres continuar leyendo, haz clic aquí.

 

lunes, 4 de noviembre de 2013

La canción de Mbama, de Javier Reverte

De vez en cuando hemos hablado en este blog de novelas guineanas, como El cooperante, Palmeras en  la nieve o Las tinieblas de tu memoria negra.
 
Unos son autores de aquí y otros de allá.
 
Algunas están ambientadas en la actual Guinea Ecuatorial y otras en la antigua Guinea Española.
 
Y algunas combinan ambas épocas.

Es este el caso, también, de La canción de Mbama, de Javier Reverte, uno de los autores españoles más prolíficos en lo que a África se refiere, y del que ya comentamos en su día el soberbio thriller El médico de Ifni.

La canción de Mbama es una novela corta, rápida, que resume cuarenta años de la vida de un médico navarro en Guinea, desde los años finales de la colonización española hasta la actualidad, pasando por la descolonización y las dictaduras de Macías y Obiang.

Y, pese a estar ambientada en África, lo que más de ha gustado de la novela es ese aire a western que desprende, con sus odios atávicos y sus deseos de venganza paciente.

Toca también otros temas interesantes, como el de la cooperación internacional, que ya vimos en la novela de Javier Oliva, la opinión nativa sobre la época colonial, aparecida la de Donato Ndongo o los de las relaciones amorosas/sexuales entre europeos y nativas, tratado en la novela de Luz Gabás.

En resumen, una estupenda novela para darnos un garbeo por el África hispana, tan desconocida, paradójicamente, por estos lares.


 

lunes, 6 de mayo de 2013

El cooperante, de Javier Oliva

A estas alturas de la película, no es sorpresa para nadie confesar que me gustan las historias africanas. Me gusta leerlas y me gusta escribirlas.

Por eso, cuando hace unos meses Ledoria anunciaba la publicación de El cooperante, novela ambientada en Guinea Ecuatorial, empecé a salivar.

Javier Oliva vino a presentarla a Pamplona, a Elkar Comedias, la vieja Xalbador, a finales de marzo. Congregó a un buen número de fans latentes, a los que nos contagió su pasión verborreica por África. Yo, claro, salivando aún más.

Porque este tío ha sabido mezclar sabiamente en un novelón de más de setecientas páginas la crónica del trabajo cotidiano de un grupo de cooperantes en la vieja colonia española con una absorbente trama de tráfico de drogas y armas.

Y ha conseguido dibujar un personaje, Héctor Boomerang, cínico, descreído y contradictorio, que ha pasado a formar parte de la galería de los mejores agentes secretos que me he encontrado en mi vida lectora. Quién sabe si algún día a Javier le da por recuperarlo y mandarlo de nuevo a África.

Merecería la pena.

Porque El cooperante es todo un regalo para los amantes de los etnothrillers.

 

jueves, 25 de octubre de 2012

Donato Ndongo-Bidyogo, escritor ecuatoguineano

Hasta 1968, Guinea Ecuatorial estaba dividida en dos provincias españolas, Fernando Poo y Río Muni. El 12 de octubre de ese año, Manuel Fraga Iribarne se desplazó hasta el territorio para proclamar la independencia de la hasta entonces conocida como Guinea Española.

Desde ese momento, poca, muy poca literatura ecuatoguineana ha llegado hasta la Península.

Uno de sus máximos exponentes, absolutamente desconocido para el público español, es Donato Ndongo-Bidyogo, escritor y político opositor al régimen del dictador Teodoro Obiang.

En 1987, su novela Las tinieblas de tu memoria negra alcanzó la categoría de finalista del Premio Sésamo de Novela Corta, hoy desaparecido, y que cuenta en su nómina de ganadores con autores como Soledad Puértolas, Juan José Millás o Eduardo Mendicutti.

En esta novela, en la que Donato Ndongo demuestra un dominio del lenguaje que para sí quisieran (quisiéramos) muchos de los autores españoles de éxito, se desgranan las vivencias de un niño guineano a caballo entre dos culturas, la de su tribu de origen, y la que recibe de sus maestros españoles, en una época en la que Cristo, Franco y José Antonio ocupaban el lugar preferente en las aulas, ya fuera en la Península, ya fuera en el corazón de la Guinea continental.

Sevilla de Niefang, localidad natal de Ndongo, en la época colonial (imagen tomada de Crónicas de la Guinea Ecuatorial). Llaman la atención las guineanas vestidas de sevillana.

Este tema, el de la aculturación del nativo o, mejor dicho, el de la mezcla de su cultura vernácula con la del colonizador, es recurrente en la literatura africana y, por extensión, en la literatura de temática colonial (inolvidable el personaje angloindio Ari Kumar de La joya de la Corona de Paul Scott).

Las tinieblas de tu memoria negra es, también, una novela de iniciación, en la que Ndongo maneja magistralmente estilos literarios diferentes para contraponer aspectos de la cultura africana y europea. Y constituye un testimonio valiosísimo de aquella época del afrofranquismo o del falangismo tropical, tan desconocido por estos lares.

Como el propio Ndongo confesaba a Eduardo Laporte en una entrevista, es una lástima el desinterés europeo por la literatura africana. En su caso, nos encontramos ante una novela excelente, no solo por el valor que tiene de testimonio de una época, sino sobre todo porque muestra una forma muy particular de hacer novela en español, a la altura de los mejores autores peninsulares y latinoamericanos, pero que, por desgracia, es olímpicamente ignorada en España.

 
Una pena, una verdadera pena, que el gran público no disfrute de estas novelas de sabor tropical genuino, con ese español africano, que enriquece el lenguaje con términos que no solo hacen referencia a fauna y flora autóctona, sino que nos descubre curiosidades como la de denominar aguagua a los autobuses públicos, herencia sin duda de los colonos de origen canario, así como otros vocablos importados del inglés criollo, ese pidgin que hablaban los braceros nigerianos contratados para la explotación de las plantaciones de cacao y café en la época colonial.

 

domingo, 14 de octubre de 2012

Últimas compras en la Feria

Esta noche, a última hora, los libreros empaquetarán y mañana una cuadrilla de operarios andará desmontando las casetas.

Así acabarán dos semanas largas de búsqueda de chollos, en forma de precios asequibles y ediciones descatalogadas, que ayudan a montarte en casa una biblioteca de lo más apañada.

A las compras de la semana pasada, uno ya, pues, las de la que está terminando.

  1. Desgracia, del premio Nobel sudafricano J.M. Coetzee.
  2. Preciso como un reloj, novela sobre la trata de mujeres en Ciudad del Cabo, de la sudafricana Margie Orford, discípula del anterior.
  3. Dos clásicos de Joseph Conrad, prologados por Jorge Luis Borges, En el corazón de las tinieblas y La soga al cuello.
  4. El décimo hombre y El cónsul honorario, del maestro Graham Greene.
  5. Un imprescindible que me faltaba, Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez.
  6. Un mes con Montalbano, una colección de relatos protagonizada por nuestro comisario italiano favorito, de Andrea Camilleri.
  7. Volverás a Región, la primera novela de Juan Benet.
  8. Las tinieblas de tu memoria negra, del ecuatoguineano Donato Ndongo (tengo que preguntarle a Eduardo Laporte si llegó a entrevistarle).
  9. El Aleph, colección de relatos de un tal Jorge Luis Borges.
  10. El día del Escorpión, segunda parte de El Cuarteto del Raj, que Paul Scott inició con La Joya de la Corona, imprescindible para los apasionados de la India colonial.
  11. No podía faltar algo de John Le Carré, El espía que surgió del frío.
  12. El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina.
  13. Para ir completando mi biblioteca de literatura navarra, La gran ilusión, con la que Miguel Sánchez-Ostiz ganó el Herralde de 1989
  14. Como nunca había leído nada de Truman Capote, me autobautizo a lo grande, con A sangre fría.
  15. Y para terminar, novela negra con denonimación de origen, catalana, con Códex 10 de Eduard Pascal; turca, con Un cadáver junto al Bósforo, de Celil Oker; y escocesa, con Campo de sangre, de Denise Mina.
Un año más, muchas gracias a todos los libreros y libreras, que se han pegado tantas horas en la Plaza del Castillo, por darme la oportunidad de conocer todos estos libros y llenar mis estanterías de sueños e imaginación.
 

jueves, 31 de mayo de 2012

Palmeras en la nieve

No os voy a descubrir ahora mi afición por los temas africanos y por intentar leer cualquier novela o ver cualquier peli relacionada con nuestros vecinos del sur.

Hace unas semanas, en Onda Melodía, entrevistaron a Clara Sánchez y después a mí. Y, a continuación, tuve la oportunidad de conocer telefónica o radiofónicamente (o de ambas maneras a la vez) a Luz Gabás.

Como yo, Luz ha mirado a África para escribir su primera novela. En su caso, a Guinea Ecuatorial, primero colonia, después provincia española y, desde octubre de 1968, estado independiente.

Mis últimas experiencias con novelas españolas ambientadas en África no habían sido demasiado buenas. En algunos casos, me dieron la impresión de que, sobre un manuscrito original, el autor o autora se había visto obligado a prolongar artificialmente la historia hasta alcanzar las 700 u 800 páginas que parece que necesitan ciertas editoriales para apostar por un libro.

Con esa prevención inicié la lectura de Palmeras en la nieve. Una prosa rápida, muy visual, con una historia que mezcla las realidades tantas veces contrapuestas de colonos y colonizados, me atrapó eficazmente.

Amor, aventuras, racismo y represión del emergente nacionalismo ecuatoguineano se unen al dolor y la nostalgia de aquellos españoles que se vieron obligados a abandonar precipitadamente su tierra africana. Luz Gabás hace girar la novela en torno a un tema oculto durante décadas, como es el de las relaciones sexuales y amorosas entre europeos y nativos y, aunque en algunos momentos se acerca peligrosamente al culebrón, sabe alejarse de ese riesgo airosamente.

Así que, si os apetece pasar un poco de calor húmedo, poneos el salacot y preparaos a oler a cacao.

Yo me lo pasé pipa.

Guardia Civil en Santa Isabel (Malabo). Años 60

lunes, 23 de enero de 2012

Copa de África

Sí, lo confieso. Me gusta África. Y me gusta el fútbol. Así que desde este sábado ando pegado a la tele, siguiendo la Copa de África de naciones, que se está celebrando en Guinea Ecuatorial y Gabón.

El sábado, Teodoro Obiang, uno de los dictadores más antiguos del mundo, inauguró en Bata, capital de la Guinea continental, el campeonato que designará a la mejor selección africana. En el primer partido, Guinea Ecuatorial se impuso por un gol a cero a Libia. Como anécdota, cabe destacar que ese gol histórico lo obtuvo un madrileño, Javier Balboa, hijo de inmigrantes ecuatoguineanos en España. Pero no es el único español que ha regresado a la tierra de sus padres para vestir los colores de la Nzalang Nacional: Juvenal, Bodipo, Randy o, el caso más curioso, Iván Bolado, hijo de un colono nacido en Guinea cuando ésta era colonia española.



También es blanco Carlos Fernandes, portero de Angola, nacido en África, que defiende la camiseta del país que sus padres tuvieron que abandonar cuando se produjo la descolonización y la posterior guerra civil.

Del mismo modo que son ya muchos los futbolistas de origen africano integrados en selecciones europeas, me alegra que también ocurra al revés, que haya jugadores de origen europeo disputando la Copa de África.

Me gusta esta mezcla de colores, razas y fúbol.

Es el futuro.

Y el presente.

lunes, 16 de enero de 2012

Fraga en Guinea

Hoy me ha escrito un amigo ecuatoguineano, lamentándose de la muerte de Manuel Fraga Iribarne; para él, el hombre que concedió la independencia a su país. Es posible que desde aquí lo veamos de otra forma, pero en esa zona de África, mucha gente ve aún a Fraga como un libertador.

El 12 de octubre de 1968 la bandera española fue arriada en Santa Isabel, hoy Malabo, poniendo fin a más de dos siglos de colonización española.

El representante de Franco en aquella ceremonia fue Fraga. En esta fotografía lo vemos sentado frente al presidente electo de la nueva nación, Francisco Macías Nguema. Aquella fue una independencia tutelada, en la que España intentó conservar sus intereses económicos y mantuvo destacamentos de la Guardia Civil. Unos pocos meses más tarde, Macías decidió cortar de forma absoluta los vínculos con la metrópoli, eliminó a la oposición política y se autoproclamó presidente vitalicio. Los colonos españoles, muchos de ellos guineanos de nacimiento, abandonaron precipitadamente el país, dejando atrás sus posesiones. El barco que evacuó a los últimos colonos de la Guinea continental se llamaba, curiosamente, Ciudad de Pamplona.

Aquí os dejo este interesantísimo documental sobre la vida de aquellos hispanoafricanos y la nostalgia que sienten, aún hoy, por su tierra.